Una antología de textos sobre lobizones dispara una reflexión sobre el modo en que psicópatas y fábulas de realidad virtual expulsaron del imaginario contemporáneo a hombres lobo y otros monstruos. Sin embargo-dice el autor de esta nota-, quizás estas dos formas de la ficción revelen el mismo miedo a perder la identidad. A ser otro o a no ser nadie.El mito del hombre lobo debe su eficacia a la variedad de temas que toca su transformación: el canibalismo, la melancolía, la sexualidad, el temor al contagio de enfermedades, el hambre...y el miedo a los lobos, por supuesto, que sobreabundaban en el pasado de Europa. El mito alcanzó en Sudamérica sus propias y singulares entonaciones, y nuevos nombres. Cuenta Félix Coluccio en su Fauna del terror en el folklore latinoamericano que la creencia entró por Brasil y de allí se extendió hacia el noreste argentino y hacia Uruguay. A falta de lobos en la región, el lobizón se resigna a ser una mezcla de perro y de cerdo. "En el caso de los lobizones argentinos-escribe Fondebrider-las variaciones se plantean ya en la forma de nombrarlos: lobisone , lobisonte , bisón , bolisón , luisome , luisón , horizonte , son algunas de las variantes registradas por la antropóloga Berta Vidal en Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires".
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