29 de septiembre de 2009

País de nieve

“Shimamura regresa al País de nieve atraído por la belleza de la estación y el tradicional estilo de vida. Pero vuelve especialmente por Komako, una joven aprendiz de geisha que conoció en un viaje anterior. Él es un hombre rico, de mediana edad, que intenta escapar de un matrimonio sombrío y de su vida en Tokio. Ella, una bellísima mujer vulnerable a sus propias emociones, que madura ante los ojos de su amante. El amor apasionado que Shimamura despierta en Komako le plantea un dilema: incapaz de corresponderlo, pero a la vez fascinado por su intensidad, optará por repetir y prolongar su estadía en las termas aprovechando la distancia perfecta que le ofrece la relación huésped-geisha. Un tercer personaje, la misteriosa Yoko, teje su destino al de la pareja, con el blanco de la nieve como trasfondo y presencia continua.” Libro denso que he leído a trompicones, donde uno puede zambullirse en esa pausada mirada oriental con hermosos párrafos que describen el paisaje blanquecino del país de nieve, párrafos donde la acción se detiene para detallar el movimiento del viento sobre los montes o la blancura de las cumbres en mitad de la noche o la elaboración de finos tejidos en la nieve al sol del invierno los insectos que van muriendo en el final del otoño con la pronta llegada del invierno. Historia de amor a veces gélida, a veces pasional, historia de la soledad de un hombre egoísta que huye del Tokio donde le espera su familia a un país de montañas de cumbres nevadas y, de una geisha anclada en un paraje que a veces es una cárcel, como lo son sus propios sentimientos, una geisha que se convirtió en tal para ayudar al hombre que amaba, de una muchacha de voz angelical que no sabe abandonar la tumba de un amor pasado y único, de un paisaje que es un personaje más... Como el título de uno de sus libros, en Kawabata se funde lo bello y lo triste.

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