Narrada en primera persona, el autor refleja elementos autobiográficos para la redacción de El jugador. La pasión amorosa frustrada por la voluble seductora Pólina Súslova se proyecta en el personaje Alexéi Ivánovich y la esclavitud del juego ligada a la absoluta sujeción de sus relaciones amorosas. Recrea un medio en el que las preocupaciones económicas de varios de los personajes, constituye una angustiosa cotidianidad.
La pasión del azar y la fortuna los convierte en jugadores perdidos por la casualidad de la suerte. Compara la vida de jugador con la del presidiario encadenado a la rueda de la fatalidad, al igual que al enamorado atrapado por la fuerza de su destino amoroso. Como todo jugador, Dostoievski creía que su sistema de juego era infalible y que si perdía no era por culpa suya, sino porque no había jugado con sangre fría.
El argumento gira en torno a Alexei, pero para entender lo que le sucede tenemos que tener en cuenta las personas con las que se relaciona, el General, padrastro de Polina, mister Astley, Blanche de Comingeres, la abuela de Polina y Des Grieux. Todos estos personajes se mueven torno al amor, deseo, dinero, avaricia, hipocresía, todos se conocen entre sí pero ocultan secretos, unas veces secretos comentarios a voces y otras secretos tan ocultos que ni tan siquiera saben que los guardan.
El retrato de Alexéi Ivánovich, de la psicología general de los jugadores y de la atmósfera decadente de las salas de juego, cobra en este libro la veracidad y la exactitud de un morboso realismo. Dando así testimonio de la pasión que tenía Dostoievski por los juegos de azar.
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